El primer amor.

Jugando en la puerta de mi casa, nadando en el río, contando anécdotas divertidas -en una tentativa por caerte bien, por gustar-, cenando y hablando sobre besos y deseando -al menos yo- que ojalá pudiésemos emplearlo en el acto. Justo ahí, en esos momentos, cuasi momentáneamente, me doy cuenta de que te quiero y es diferente -es algo nuevo- y de que no quiero que termine. Aunque de manera paulatina y sin darme cuenta, termina (¿termina? ¿Puede terminar algo que nunca comenzó?) y me encuentro a mí mismo queriendo escapar, huir de mí y entrar a vos. Pero es imposible ya, quizás por la distancia -física y emocional-, pero más que nada por la diferencia de edad y porque todo el mundo sabe que los primeros amores llegan para irse algún día. Y si alguien sabe de una situación contraria, que se contacte conmigo.

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Escribí este texto en consecuencia de una película y una canción -la que adjunté arriba-, así que hay terceras y hasta cuartas partes coexistiendo juntas en este texto. No suelo aclarar, pero como la idea de primeros amores con gente no correspondida no es mía, sentía la necesidad de decirlo -principalmente por si a alguien se le ocurre que esto es plagio o algo-.