....................................................................................la vie à son meilleur

8.9.13

Vamos a hacer nuestra visita

La brisa abrazadora de la primavera golpeaba suave contra las olas. La arena se hundía entre los dedos de sus pies, blanca como la nieve, fina como la harina. Pequeños sedimentos de rocas brillaban contra la luz del sol, que se escondía justo a su derecha, dejando un cielo mezclado entre el violeta y el cian, cautivando a todo ser. Se escuchaba el ruido de las olas, el golpeteo incesable de las alas de las gaviotas, algún que otro murmullo a lo lejos. El aire estaba impregnado de olor a sal y arena, olor al encuentro entre el continente y el océano. 
Un sentimiento de estranguladora culpa la persigue. Nunca pudo compartir el atardecer con él, ni un día de playa, ni pudo ver su sonrisa a merced de un cálido domingo. Le gustaría, al menos, haber podido quedarse más tiempo. Entonces la culpa sería tan fuerte que no aguantaría y se lanzaría a sus brazos una vez más en plan de súplica "Ven a disfrutar conmigo este atardecer, por favor. No voy a privarme del simple placer de decir la verdad, aún no te olvido". Y entre noches y mañanas, entre hoteles de una noche que te llaman con sus llamativos carteles de neón, entre risas en bares de barrio e inoportunos encuentros en la misma plaza a la misma hora, olvidé decirte que te extraño.